Cuántas veces hemos ido a un sitio, bien sea la administración, bien una empresa privada, y hemos pensado: "Qué incompetente es este tipo". No hace falta contarlas, aún nos quedan muchas por delante. Siempre nos preguntamos "¿Por qué no le echan? ¿Por qué no ponen a alguien eficaz en el puesto, en vez de a este/a panoli/a?. No intenten luchar contra ello, es la ley de la naturaleza. Parece absurdo, pero así. Es normal que haya incompetentes en las empresas. Y en TODOS los puestos. ¿Cómo funciona entonces una empresa? ¿No debería de irse a pique, si todos son incompetentes? A simple vista parece que sí, pero el Principio de Peter nos lo explica muy bien.
En un estructura jerárquica, todo el mundo es ascendido hasta que se vuelve incompetente. Y no se rían, no, porque va en serio. Lo que podría parecer un chiste sobre la Ley de Murphy es algo de lo más razonable, lógico, y en ningún caso debido a la casualidad.
Veamos un caso imaginario, y apliquémosle la lógica.
Juanito Díaz es un ciudadano de a pie que disfruta del buen yantar y del buen bebercio. Le encanta pero sobre todo le encanta compartirlo con los demás, por lo que suele salir con sus amigos a buscar restaurantes por la ciudad donde descubrir delicias que hagan disfrutar cada bocado, cada trago. Un buen día, Juanito Díaz se pone al día con esto de Internet y decide abrir un blog, en el que contar sus opiniones sobre platos, vinos (nunca los llama caldos, odia ese término) y restaurantes. Lo llama, en un alarde de originalidad, "Díaz de vino y mesas". Juanito es buen catador, y escribir nunca se le dio mal, así que, lleno de entusiasmo, escribe cada semana un par de reseñas, recomendado qué visitar y qué no, que vino degustar y cuál evitar. Entre lo que escribe y lo que lee en otros blogs de restauración (también odia esa palabra, pero la corriente a veces es más fuerte) el chico aprende y coge soltura y estilo propio. En menos de 8 meses, "Díaz de vino y mesas" consigue tener más de 43.000 visitas diarias. Un fiera el chico. Con lo que se saca en publicidad en su blog, decide dejar de trabajar para dedicarse a ello (comparte piso en alquiler, no está tan loco) y lo hace tan bien que llega a servir casi 100.000 páginas al día. Juanito Díaz empieza a ser conocido también fuera de Internet...
Tanto es así, que un periódico de tirada nacional decide contratarle para su suplemento de los viernes. Primero empieza con una columna, a ver qué tal. Y no le va nada mal. Se ve que al chico le gusta y con su experiencia en la blogosfera (esta palabra le gusta mucho, siempre que habla de cómo ha llegado hasta ahí la dice dos o tres veces) escribir en un periódico es cosa fácil para él. Los jefes de sección, satisfechos con el éxito de Juanito, deciden otorgarle una página entera. Y mejor sueldo claro. Juanito Díaz vive en un mundo de ensoñación, dedicándose a lo que más le gusta, y con una respuesta (tanto por parte del público como por parte del resto de la crítica) tan positiva, que cada día por la mañana se busca a sí mismo en Google para comprobar que no ha sido un sueño.
Pero llega un día, fatídico como supo después, en el que el redactor jefe del periódico le asciende a director de la sección de cocina. Todo un reto. De escribir a dirigir. Fue aquí donde empezaron los problemas.
Juanito es muy buen comedor, y muy buen escritor. Pero el pobre, en el trato humano, falla. Con las personas de confianza (amigos, familia...) no tiene problemas, pero con gente que no conoce, o compañeros de trabajo, el pobre es muy seco. No sabe tratar con la gente. Pero es que tampoco sabe llevar una sección. Le cuesta entenderse con los otros jefes de sección, los de publicidad cada vez le comen más espacio, y para colmo, los críticos que tiene a su cargo son unos ineptos que no sabrían distinguir un solomillo al foie de un pepino con aguarrás.
Juanito no está a gusto en su trabajo. Siente que le faltan horas al día, que todo el tiempo tiene que bregar para conseguir sacar algo decente. Pasa el día malhumorado, añorando el tiempo en que escribía en su blog, desde su casa, pero lo tiene bastante abandonado, y ahora que es jefe de sección le sobra de todo menos tiempo... También recuerda con cariño cuando escribía una columna y posteriormente una página. Pero no se ve dirigiendo la sección. Se siente como un pulpo en un garaje, o como el prefiere, más perdido que una morcilla en una vichyssoise. O como prefiero yo, como un belga por soleares.
Los días pasan, y el nivel de encabronamiento se mantiene estable, pero dura más. Más o menos desde que se levanta hasta que se acuesta. Y cuando duerme, no descansa. La verdad es que ahora folla bastante poco, y lo achaca al trabajo. es al revés, si follase estaría un poco menos enervado en la redacción, pero el pobre no lo sabe.
Tras mucho meditarlo, Juanito ha llegado a la conclusión de que le gustaría pedirles a sus jefes que le dejasen volver a su página, o aunque tan solo sea a su columnita, su columnita querida a la izquierda de la página izquierda. Pero eso podría hacer que los jefes dejasen de confiar en él. Aunque no lo sabe, sus jefes se han dado cuenta de que no encaja en ese puesto. No pueden ascenderle, pues sería poner en riesgo sectores importantes del periódico. Si no vale para jefe de sección, no vale para puestos superiores. Pero tampoco quieren rebajarle el puesto. Temen que Juanito se lo tome como una ofensa, y, si bien ya no se venden tantos ejemplares como cuando Juanito escribía, dejarle marchar a otro periódico sería una imprudencia, pues podría acarrear una fuga de lectores a la competencia. Por tanto, deciden dejarlo en su puesto, aun a sabiendas de que el chico no está hecho para el cargo.
Así fue como el pobre Juanito, de buen crítico y escritor, pasó a ser un jefe de sección incompetente el resto de su vida.
De esta forma explica el Principio de Peter, el hecho de que cada persona es ascendida hasta que es incompetente. Los ascensos se dan a quien trabaja bien. Cuando uno no está capacitado para el cargo, deja de ascender y permanece en él indefinidamente.
La otra pregunta que nos queda es: Si todo el mundo es ascendido hasta ser incompetente, ¿cómo sale adelante una empresa? Según Peter (y yo cada día estoy más convencido, visto lo visto por ahí) el trabajo lo sacan adelante los trabajadores que aún no han alcanzado su nivel de incompetencia.
Ya lo saben, cuando vean a un incompetente, recuerden: ustedes serán los siguientes.
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1 comentario:
Tengo un amigo que llama a esto nivel maximo de incompetencia, el es un poco más pesimista, sostiene que la incompetencia viene desde abajo, es decir todos somos un poco incompetentes en nuestros trabajos, el nivel de competencia baja según ascendemos, hasta que el nivel de incompetencia supera al de competencia, ahí nos atascamos.
Es como si tu protagonista fallase un poco en su blog, un poco más en su columna, aún más en la hoja completa y ya la caga como jefe de sección. Es lo mismo pero con más mala baba.
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