Y llegó el pueblo de Israel a las faldas del monte Sinaí, y decidieron establecerse allí mientras Moisés subió a hablar con Dios. No se sabe si subió porque no tenía cobertura o porque quería comprobar si desde allí se veía su casa. Los sabios trabajan en ello sin descanso (bueno, hoy sí, que el puente también es sagrao).
Mientras Moisés intentaba hablar con Dios en plan "Probando, probando, ¿me se recibe?" el pueblo se aburría. Al libreador de Israel le costó mucho conseguir que Dios le hablase porque, como decía Homer, "Sé que estás en todas partes, y que ahora estarás muy ocupado mirando en los vestuarios de las chicas" pero tanto le dio el coñazo que al final le cogió el móvil y le habló.
Entre tanto, el pueblo se dedicaba al robo, al vino y al fornicio. Qué mal, ¿no?. Tú ahí, hasta las patas de Rioja, con la txurri en cuestión receptiva y recibiendo, y va un tipo y te roba el azadón... Ya sabemos cuál de estos tres elementos enfadó a Moisés...
El caso es ese, que Moisés bajó, se cagó en Dios y en todo lo mal barrido, les metió en vereda y se fueron a la Tierra Prometida. Pero como suele pasar a veces, esa Tierra ya estaba prometida a otros, pero eso es otra historia y deberá ser contada en otro momento...
¿Pero qué hizo Moisés ahí arriba mientras esperaba a hablar con Dios? Lo que haríamos los demás, entretenernos con lo que sea. Y como no tenía a mano nada más que las tablas de la Ley en blanco, se puso a entretenerse por la cara de atrás, como un colegial. Hasta que Dios le hizo un examen de dictado con lo Quince Mandamientos y le mandó a su casa, pues no puso los puntos al final de las oraciones (y eso que Moisés hacía muchas)
Y por fin, una excavación arqueológica ha encontrado esas tablas, y ha comprobado lo que había escrito por detrás...
Éste y muchos más sorprendentes hallazgos arqueológicos, en su página.
PD: qué curioso que Moisés supiese los números en romano.
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