Sé que hemos pasado muy buenos ratos. Me he reído muchísimo contigo, y desde el comienzo presentí que lo nuestro iba a ser algo bonito y duradero. De hecho, aunque quizá no lo recuerdes, te he presentado a todos mis amigos, que por cierto, están maravillados contigo. Rosapalo está encantada contigo; Libusse, la hermana de mi novia, te idolatra casi tanto como yo. Incluso a su madre le gustas...
Me gusta cómo eres, tu estilo, tus formas, esos dejes tan tuyos al hablar... Nunca me importó que estuvieras casado, ni que tuvieses una niña. Tampoco me importó ser uno más de los muchos que te rondan, ya ves...
Pero últimamente has cambiado. Te amancebas, te dejas de cuidar y pasa lo que pasa. Pero no es eso lo que me preocupa, en serio. De hecho, seguro que mañana mismo (como de costumbre) me demostrarás que sigues siendo ese campeón, capaz de los más asombros y divertidos juegos malabares con palabras y de devolverme la ilusión que un día tuve y todavía tengo. Pero ya no es igual.
Verás, resulta que gracias a unos amigos he conocido a otro. No sé aún nada de él, ni en qué trabaja, ni de dónde es ni a qué dedica el tiempo libere, pero me gusta. Quizá por la misma razón que me gustas tú, por la sencillez, por lo inesperado, por el ingenio, aunque pueda parecer que decaiga... Me gusta por cosas como ésta:
A: Ah. No sé. Al fin y al cabo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Claro que durante todo este tiempo he querido estrangularle. De hecho, le invité a tomar café con esa única intención. No lo sé, la verdad, no lo sé. (...)
B: Deberías buscarte una víctima más... fácil.
A: Igual sí. ¿Te apetece un café?
B: Uhm. ¿No querrás... matarme?
A: No, no. No. No, por favor. ¿De dónde habrás sacado esa idea? No. Ja, ja. No, no. No.
B: Ya.
A: Aunque no sería mala idea. Como entrenamiento. Pero no. No, no. Ja, ja. No. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y... Vamos, que no.
B: Ya. Bueno.
A: No, no. Ja, ja. No. Qué idea tan absurda.
B: De todas formas, creo que voy a pasar del café.
¿Lo entiendes ahora? No pienses que es que me has dejado insatisfecho, todo lo contrario, sigo esperando fervientemente más cosas de ti, pero he descubierto que hay sitio para más de uno. Y ése es Jaime Rubio. No quiero dejar lo nuestro, simplemente quiero que comprendas que necesito algo más. Que siempre estaré contigo, que espero seguir riendo contigo como lo he hecho hasta ahora. Pero también quiero reírme con Jaime. Quizá resulte que siempre he sido polilectoroso y nunca me he dado cuenta, o no lo he querido reconocer...
Sea como sea tendremos que ver cómo lo sobrellevamos...
Y por si pudiera ser de ayuda para algún lector, y dada la tradición cristiana de este blog, os recomiendo que no leáis lo primero que se os pase por delante. Tened paciencia, esperad, se pueden hacer muchas cosas en lugar de leer... Y cuando creáis que habéis encontrado lo perfecto, cuando notéis ese vínculo místico, leedlo entonces. Y sin guantes, por supuesto.
Hacedme caso, todo lo demás es sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario