Espero que no pensasen ustedes que se iban a librar de mí tan fácilmente. Cierto es que llevo unos cuatro días sin publicar nada, pero esto se debe más a una serie de catastróficas desdichas que a mí voluntad (mentira, de catastrófico no ha habido nada, pero así intento escurrir el bulto)
El viernes decidí no postear porque el jueves había publicado a la mañana y a la tarde-noche. Pero hete aquí, que a la noche salgo de bares y me encuentro (mireusté) con dos conocidos amigos que hace mucho que no veía: Ali José y Pinche Wey. Tras los efusivos saludos, salgo a la calle con Pinche Wey a ver si se despejaba un poco, así que nos pusimos a hablar del verano y me cuenta el suyo, el cual deja por los suelos (y dejar algo por los suelos en la calle Santa María un viernes por la noche es muy peligroso) cualquier verano que me hayan contado, empezando por el mío.
La verdad es que Pinche Wey estaba un poco borroso por el alcohol, así que 'desidió' irse a casa, y como estaba cerca, pues me ofrecí a acompañarle. Cuando volví, ya sin él, al bar, mis amigos habían desaparecido en lo que dura un porro en la puerta de un colegio (cierto es que estuvimos en la calle hablando mucho rato) pero de lo malo malo (Dios no cierra una puerta sin abrir una ventana) me encontré al Sabiniano, casualmente cuando sus colegas se iban, con lo que nos quedamos el uno con el otro encantados de la vida, gran persona el Sabiniano.
Al de rato nos fuimos al mejor bar de Rock'N'Roll de Portu (y casi hasta les afirmaría que es el mejor bar de Portu) donde una bellísima mujer, excelente camarera y mejor amiga. Pedimos un trago (para una vez que no gorroneamos y vamos a pagar, no nos deja, ¿se lo pueden crer?) y nos pusimos a hablar, y les dejo a su imaginación (porque mi memoria no está para mucho trotes, y menos con la fiesta que llevaba encima) el por qué apareció la palabra 'Dalí'. El caso es que yo no lo sabía, pero Sabiniano es forofo de Dalí (además de del Aleti) Y ahí estuvimos dos horas dos, y largo rato más, él y yo, hablando de Dalí, Pollock, Liechtenstein, Miró, Rubens, Kandinsky, Mondrian... Una conversación apasionada, donde cada uno vierte sus gustos, preferencia y cultura en el otro, que lo recibe y se siente halagado por encontrar alguien con quien hablar de algo tan espiritual. Lo mejor, que era un sentimiento mutuo.
Y mientras tanto los grandes del Rock tocaban.
Al final la conversación pasó al cine, donde le hablé de las maravillas de Sin City y de relatos de Stephen King, y tras un rato, convenimos en irnos a nuestras respectivas casas, puesto que ya eran más de las 6. Nos abrazamos quedándo para el día siguiente (San Nikolás) en el concierto de Hash, grupo que yo desconocía y que hacen un rock'n'roll ochentero increíblemente bueno. Pero sería al día siguiente, yo ya estaba llegando a casa casi a las 7, consciente de que debía levantarme a las 9 para ir a fiestas de San Nikolás.
Pero eso ya es otro día...
--A tí, que me lees, ya sabes, noches de boda--
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