martes, octubre 11, 2005

Dos tareas, dos espíritus, una persona

Los que me conocen saben que soy un apasionado de la tecnología. Internet me vuelve loco. Hablar, jugar, opinar, leer,conocer, comprender... internet pone a mi alcance lo que la distancia e inaccesibilidad me niegan.

También soy adicto a los gadgets, y me compraría mil y un aparatitos si tuviese posibles. iPod, un ordenador mejor, una Play3, un GPS, un móvil Nokia de los buenos, un coche con navegación en el parabrisas, una nevera con pantalla, en vez de tele un proyector, una Palm, el coche que vuela con despegue vertical, un portátil, una red WiFi en mi casa... Hasta a la ducha le pondría termostato digital. La verdad es que el hombre es un ser muy complejo, con unas posibilidades inmensas, pero que para unas cosas está incompleto. No es nada malo. Es normal ser limitados, no tener precisión en ciertos aspectos.

Y hoy me he comprado un disco duro y una caja para que sea portable, de forma que se conecta al ordenador por USB 2.0. Por motivos de trabajo.

Llego a casa, se lo enseño a mi padre y tras 5 minutos, descubro cómo darle formato para que el ordenador me lo reconozca, y lo pongo a formatear. En ese momento mi padre me dice que le ayude a cambiar la persiana, que se rompió el otro día.

Ha sido un trabajo que me ha gustado mucho. En parte, por la falta de tecnología. Sí hemos usado herramientas como destornilladores, tijeras... incluso la persiana tiene su propia tecnología, que cuando su invención seguro que era hipernovedosa. No es sólo que los destornilladores no fuesen eléctricos (otra cosa que me compraría) sino que para sujetar la caja de la persiana hemos usado un viejo tenedor de madera de cocinar, que ahora mismo espera ser fregado. La incomodidad de la escalera, el peso de la persiana, lo difícil que ha sido sacarla... Todo ello era premonitorio de un trabajo más o menos costoso.

Después de quitarla, análisis línea por línea, para quitar las piezas que estén en mal estado, mirando con cuidado... Ya que estamos, las limpiamos, y volvemos a prepararlas para volver a colocar la persiana. Esta vez hay que meter la persiana por dentro, por lo que hay que quitar el tenedor de madera y la caja se cerrará. Pero una gran idea nos evita esa dificultad: una escoba apoyada en el soporte bajo de la correa de la persiana mantiene la caja abierta.

Cuando ya está casi puesta, las dos líneas más altas se sueltan. Hay que sacarla, ponerlas y encajarla de nuevo. Finalmente, hemos conseguido volverla a poner. Ahora es bastante más corta (ha habido mucho que sanear) y no creo que vuelva a durar otros 17 años, pero el arreglo está hecho, y además todo lo bien que se podía.

Ha sido un poco cansado, pero la ducha de después se agradece.

La verdad es que hacía mucho que no me metía en un trabajo manual que durase tiempo. Siempre ando con ordenadores, o, cuando he tenido que trabajar de lo mío, con cámaras, mesas y ordenadores. Y ho me he sentido un poco artesano, como si mi tarea fuese especial e importante, algo que debíamos hacer con las manos y con el cerebro, pero manejando algo que estaba realmente delante, algo que podía tocar.

Me encanta la tecnología, y cada vez usaré más si puedo, pero de vez en cuando se agradece volver al mundo de las cosas, dejar de vivir en unoycerolandia, para ir a analogilandia, donde las cosas se tocan y se huelen. Resulta gratificante sentir que uno es humano, y que por sus venas corren algo más que paquetes TCP/IP.

No hay comentarios: