Dice el refrán que no se aprecia lo que se tiene hasta que se pierde. ¡Mentira! Yo amo a mi fibra óptica con cada cero y uno de mi corazón. La amo ía y noche, a 4 Mb/s, para ser más exactos. Y esto lo sé sin perderla ni nada (una caída mosquea, pero nada más) no me hace falta que me la quiten para que la aprecie. Y Lo hago a pesar de que nuestras tarifas son de las más caras de Europa, y de las más lentas.
El caso al que venía el refrán es que: anoche me acosté a la 1:30 para levantarme a las 6:30 para ir a editar, y he llegado a casa a eso de las 22:15, y ahora, por fin, 20 horas y 45 minutos después, he vuelto a internét. Ya no tengo mono.
La verdad es que quizá sea síntoma de algo grave, pero no me gusta estar tanto tiempo sin conectarme, para ver que habéis escrito en vuestros blogs, leer el mail, noticias...
El ordenador en el que edito no está en red, por lo que hasta que termine, estaré de lunes a jueves con el mismo horario y el mismo acceso, o sea, casi nada. Menos mal que ahora tengo del viernes al martes para resarcirme.
-No, no tiene sangre en las venas, tiene unos y ceros-
jueves, octubre 27, 2005
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